Nuestras Raíces
La Iglesia Misionera tiene una rica herencia teológica que sirve como plataforma de lanzamiento para una difusión agresiva. Si bien nuestro mensaje de la Biblia es inmutable, nuestros métodos de comunicación deben cambiar para llegar a todas las culturas para Cristo.
Los primeros líderes se comprometieron con la posición de que las Escrituras debían ser la fuente de la doctrina y la vida. Además de este compromiso de ser una iglesia bíblica, la perspectiva teológica de la Iglesia Misionera reconoce la contribución del énfasis de John Wesley en “el corazón calentado”; el cuádruple énfasis de AB Simpson en Jesucristo como Salvador, Santificador, Sanador y Rey Venidero; los conceptos anabautistas de comunidad y hermandad; y los énfasis evangélicos en el estado perdido de la humanidad y la redención a través de Jesucristo.
La Iglesia Misionera es una mezcla única del pensamiento y la vida de un pueblo que ha buscado construir su iglesia de acuerdo con las Escrituras apreciando sus raíces históricas.
Nuestras Historia en Ecuador


Los primeros misioneros de la MCA en el Ecuador, David e Irene Siemens, trabajaron bajo el auspicio de The Christian and Missionary Alliance (la Alianza Cristiana y Misionera), primero en Paraguay (desde 1922) y luego en el Ecuador (a partir de 1929). El 20 de octubre de 1935 los Siemens llegaron en barco desde Guayaquil a Esmeraldas, donde trabajaron hasta 1939.
La Iglesia Misionera en ECUADOR es el resultado de una unión entre dos denominaciones previas The Missionary Church Association (MCA) y The United Missionary Church (UMC).
Desde 1945 ha existido la Iglesia Evangélica Misionera Ecuatoriana (IEME) a servicio del Ecuador como mensajera de las buenas nuevas de nuestro Señor Jesucristo. Mediante la MCA comenzó a enviar a sus misioneros a través de su propio departamento de misiones. Cinco misioneros fueron enviados al Ecuador. El 30 de julio de 1945, Wayne Judd y Charles Glenn (acompañados por David Siemens) llegaron en barco a Esmeraldas, y casi dos semanas después (el 12 de agosto) llegaron Leona Lehner y una pareja, Dale y Vera Moser. Unos ocho meses después (el 27 de abril de 1946) llegaron Silvano y Eunice Hausser.
Actualmente la IEME es conformada por mas de 45 pastores y avanzando con la expansión del Evangelio en el Ecuador y fuera de el.
Declaración de fe



DIOS, EL PADRE.
Es la primera persona de la Trinidad no procede de nadie, ni es engendrado ni creado. Es el Padre Eterno de JESUCRISTO, su único Hijo, y el Padre de todos los que creen en su Hijo y viven según el Espíritu Santo, quienes son hijos de DIOS por adopción, coherederos con JESUCRISTO.
Ga. 1:1; Sal. 90:2, Jn. 16:28, Ef. 1:3-4, 1P. 1:2-3, 1 Jn. 3:1, Ro. 8:3-4. Ro. 8:15, Jn. 5:37, Jn. 10:30, Jn. 14:2.
DIOS, EL HIJO.
La segunda persona de la Trinidad es de la misma sustancia del PADRE. Por Él fueron hechas todas las cosas y Él sustenta todas las cosas. Para salvar a la raza humana, JESUCRISTO se hizo verdadero hombre sin dejar de ser verdadero DIOS, fue concebido en su humanidad por el ESPÍRITU SANTO y nació de la virgen MARÍA, uniendo en su persona las dos naturalezas, la divina y la humana. El Padre estaba con el Hijo y le ungió con el ESPÍRITU SANTO para hacer el bien y salvar a los oprimidos por el diablo. El Hijo nunca hizo nada por su propia cuenta sino solamente lo que era la voluntad de su Padre. Terminó su vida con la misión que su Padre le había encomendado. Murió en la cruz como sacrificio por nuestros pecados, resucitó entre los muertos y volvió a los cielos donde es el Sumo Sacerdote de sus hermanos sentado a la diestra de su PADRE para interceder por ellos. Retornará al mundo como Rey y Señor para juzgar a las naciones, establecer su Reino Eterno y gobernará con justicia.
Jn. 1:1; Tit. 2:3, He. 1:8, Jn. 10:30, Jn. 1:3, Hch. 1:3, Jn. 1:14, Lc. 1:35, Col. 1:13-16, Ro. 8:34, Fil. 2:5-11, Jn. 14:9-11, Hch. [Página 3] 10:38, Jn. 5:30, He. 10:12-14, Ro. 8:34, Ap. 19:11-16, Ap. 1:13, Is. 9:6, Mt. 3:16-17, Ga. 4:4, He. 5:8.
DIOS, EL ESPIRITU SANTO.
Es la tercera persona de la Trinidad, procede del PADRE y del HIJO, siendo de la misma sustancia de ellos. Él ESPÍRITU SANTO testifica acerca de JESUCRISTO y convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Regenera y sella a los escogidos y mora en nosotros con su multiforme gracia. Nos santifica, nos enseña, nos guía, nos fortalece, nos consuela para bendecirnos y nos ayuda en la oración. También bautiza a los creyentes en un solo cuerpo que es la iglesia, repartiendo a sus miembros dones y produciendo en nosotros frutos espirituales, para que sirvamos a la iglesia y vivamos el mundo conforme a la voluntad de Dios.
Jn. 15: 26, Jn. 16:8-11, Jn. 3:5,6, Tit. 3:5, Ef. 1:13, Ro. 5:5; 8:9-26, 1 Cor. 3:16, 1Co. 12:7-11,13, 1P. 1:2, Jn. 16:13, Hch. 9:31, Jn. 14:16, Ga. 5:22-23, Hch. 6:33, Ef. 5:17-20, Hch. 13:2 He. 2:4, Hch. 2:4.